sábado, 22 de junio de 2013

TRAVESÍA TEMASCAL A ALVARADO EN KAYAK

 Todo inicia cuando trabajaba en Caxapa, municipio de Tezonapa, en esa comunidad tenía yo al río Tonto como vecino, a escasos 50 metros. Todos los días bajábamos a nadar y a disfrutar de sus extensas aguas que fluyen desde la sierra de Zongolica y la sierra negra de Puebla.

Un día mientras recorría Xalapa vi un letrero que decía “Se vende kayak”, así que me pare a ver para preguntar el precio, como era razonable pues aproveche la magnífica oportunidad de hacerme de una embarcación de este tipo, que tantas veces había anhelado; y así termine con un kayak rígido para aguas bravas de polietileno de alta densidad y además un modelo sumamente antiguo de las primeras versiones de este material. Ya con este nuevo juguetito comencé a practicar en las aguas planas del rio Tonto. Después me compré un chaleco, un casco y un cubre bañeras, para poder meterme a unos rápidos clase 2 que estaban en el río Petlapa, que es un tributario del Tonto y que también estaba muy cerca, así pase meses disfrutando de esta nueva manera de ver el mundo, de recorrerlo, nueva para mí porque el kayak se remonta a los esquimales y es un diseño muy antiguo.

Un día cualquiera llego a mi corazón una idea: navegar todo el río tonto, desde su nacimiento en Chicomapa hasta temascal, y más aún sin decirlo sabía que esta aventura tenía que terminar en el mar,  el golfo de México, en el puerto de Alvarado.

Poco a poco fui aprendiendo más sobre el kayak y vi que necesitaba un tipo diferente de embarcación, una para aguas planas, pues estas son capaces de recorrer grandes distancias, aunque para ese entonces ya había conocido a mi amigo Memo Gassos y practicábamos constantemente el descenso en ríos como el Actopan, el Pescados y yo también de manera personal había bajado partes de la cuenca alta del río Jamapa entre Huatusco y Coscomatepec. Muchos meses de divertidos recorridos con mis primos tanto en patos inflables como en el kayak rígido para aguas bravas definieron una idea: era hora de hacer la travesía. Así junto con Memo , Pachi, Mayo y Toño, amigos de Veracruz que nos conocimos explorando cuevas de la zona de Huatusco en el llamado Proyecto Espeleológico Huatusco (PEH), emprendimos la aventura, y aunque el cómo nos hemos conocido por las cuevas es otra historia debo decir que al final éramos un montón de personas con intereses comunes y maneras de disfrutar de la vida un tanto parecidas.


Finalmente el mes de febrero del  2012 realizamos una travesía de unos 35km desde el nacimiento del río Tonto en Chicomapa hasta Caxapa. Así había iniciado lo que para mi era la travesía hasta el mar. Posteriormente logre comprar un kayak de travesía y me dispuse aún con poca experiencia a recorrer de Caxapa a Raya Licona, en tres días, para lo cual en abril del 2012 recorrí otros 60km llegando  hasta isla Malzaga, que está ya sobre la presa Miguel Alemán, y regrese a Raya Licona donde me fueron a traer en vehículo. De este modo ya había conocido esta enorme presa, sólo restaba navegar a Temascal, pero posteriormente, en noviembre del 2012, me embarqué ahora desde la hidroeléctrica de Temascal hasta Soyaltepec y anduve recorriendo varios lugares dentro de la presa en 3 días, sólo un fragmento de la presa era desconocido para mí, el que comprende de isla Malzaga a Soyaltepec, escasos 11km.


Con estos antecedentes era hora de emprender la aventura grande, la que me faltaba, la que había tomado fuerza en mi mente y mi corazón. En diciembre del 2012 había logrado en el ámbito del montañismo subir las 6 montañas más altas de México en sólo tres días, en 64hrs, ahora muchos me preguntaban qué seguía, qué reto, qué aventura. Después de meditarlo muchos días finalmente tuve la respuesta, iba a recorrer en kayak desde temascal hasta Alvarado, poco más de 200km en 6 días y en solitario, puesto que no había podido encontrar un compañero para esto, por los tiempos y compromisos, así que en el fondo de mi ser estaba decidido.

Los que han tenido la dicha de salir a la aventura en solitario por muchos días entenderán el sentido de muchas de mis palabras, los que no lo han experimentado espero lograr transmitirles un poco o mucho de lo que esto representa.


Era el mes de marzo y en mi casa, el trabajo previo inició, revisar cartografía, elaborar un itinerario de viaje, planear las salidas de emergencia, los números de quien pudiera dar una respuesta ante una contingencia, y demás datos que hacen de la exploración toda una dicha, investigaba con mis contactos si alguien  ya lo había intentado, qué partes se conocía y ver datos para programar mi avance, datos como la velocidad del río, obstáculos, recomendaciones, zonas de riesgo, etc. Después de muchas horas de escritorio logre un itinerario razonable, marque el track a un gps recién adquirido que fue de mucha ayuda, y marque todos los pueblos, ranchos y zonas posibles de campamento.

Finalmente un último detalle, quería que el kayak llevara un nombre, con un poco de ayuda el nombre fue Nautilus, algo personal para mi y que muchos entenderán el porqué de dicho nombre, también mi kayak llevaba la inscripción de un fragmento de un poema que me gusta mucho y que me motiva, decía “es tan lindo saber que usted existe”, muchos lo reconocerán, y finalmente un tercer rótulo decía 5+6=1 cosa ilógica vista desde la perspectiva de las matemáticas, pero para la vida, incluso las cosas ilógicas tienen un sentido, para mí el sentido de estas palabras eran ayudarme a volver, recordar que las aventuras futuras aguardan y por tanto eran recordatorio de regresar con bien porque el futuro espera, y sobre todo darme fuerzas en los momentos difíciles de la travesía.

Así el día 29 de marzo del 2013 con ayuda de mis amigos Hugo y Adrian que me fueron a dejar a Temascal en coche, inicié mi recorrido a las 5 de la tarde, ese día los primeros kilómetros los recorrí rodeado de paredes rocosas de un paisaje kárstico impresionante de muchas aves y gente que me gritaba y animaba al saber a dónde me dirigía, navegaba lo que era la última parte del Río Tonto, aquel día aunque ya inicié tarde logré recorrer unos 27km y terminé acampando cerca de la población Paso Rincón a las 10pm. Monté campamento en una playita amarre el kayak y marqué el nivel del agua, esa noche había sido duro volver a acostumbrarse a remar por horas, en la noche soñaba que una inundación llegaba y mis cosas eran arrastradas en ese momento me desperté y salí a ver el kayak. Para mi sorpresa el nivel del agua había subido y estaba a punto de tocar la casa de campaña, rápidamente moví mi campamento a tierras mucho más altas y ahí pude descansar.

El segundo día (30 de marzo) la jornada que me esperaba era de 50km así que inicié temprano, desayuné y emprendí el recorrido, navegue por el río Tonto que está en estos puntos lleno de vegetación lo cual era muy agradable encontré toda clase de animales, aves y cosas que llamaban mi atención como las innumerables pangas que se disponían sobre las riberas del río. Este día era  clave en mi aventura, pues debía pasar a buena hora la zona cercana a Tuxtepec, Oaxaca, esto para evitar el riesgo de pasar de noche por ésta zona de mucha inseguridad. Afortunadamente el recorrido aunque muy pesado en esta parte porque la corriente deja de existir, y parece que uno no puede avanzar, yo lograba ir cumpliendo mi itinerario, así fue que finalmente llegue a donde desemboca el río Tonto hacia el Papaloapan, y pude por fin así concluir un proyecto parcial que era navegar todo el rio tonto, pero ahora la aventura se tornaba más interesante: el Papaloapan. Este gran río y uno de los más importantes del país. Había recorrido hasta entonces muchos kilómetros estaba cansado pero el ver el encuentro de dos aguas y la gran cantidad de cantos rodados de todas las formas, tamaños y sus minerales diversos me maravillaba, imaginaba cuan extensas eran las montañas que daban origen a estas aguas, que fuerzas magnificas lograban pulir las rocas, los cristales y cuan rica era esta muestra geológica que representaba  a la sierra de Zongolica, la Sierra Negra de Puebla y la Sierra Mazateca de Oaxaca, impresionantes zonas calizas y paraíso espeleológico mundial.  En la tarde del segundo día para mi había una sorpresa, pues con el dragado del Papaloapan en sus partes altas después de las inundaciones de Tlacotalpan en 2010, el río cobraba nuevamente velocidad lo que hacía más placentero el navegarlo, así que en unos cuantos minutos me encontraba 10km abajo  alcanzando velocidades de hasta 15km/h, y velocidades sostenidas de 11 y 12 km/h, era eso un deleite para un aventurero cansado. 

  Finalmente poco antes de Otatitlán lugar del Cristo negro, monte en una playa aislada de la población mi campamento, ahí pude descansar y tomar un baño, cosa que el día anterior por lo tarde que había terminado no pude hacer, era chistoso como pasaba todo el día sobre el río sin tiempo para darme un buen baño, así que ahora jabón, el atardecer y el rio me apapacharon en un rico baño.

El día tres (31 de marzo) inició alrededor de las 6:30 am, pues otra jornada  dura me esperaba, pase por Otatitlán sobre las 8:00am y finalmente más adelante el calor se hizo presente. Había tenido hasta entonces cielos nublados, lo que era una bendición, pero ahora el sol se hacía presente, esto me obligo a descansar un par de horas al cobijo de una sombra y  unos raspados que una señora vendía,  donde por primera vez me senté a platicar en extenso con alguien. Hasta entonces todo era saludar intercambiar datos básicos y seguir, ahora convivía con la gente del alto Papaloapan, me confesaban sus historias me preguntaban por que andaba solo, que si acaso yo no tenía familia, que si me pagaban, que si andaba midiendo algo, y cualquier cantidad de preguntas por que en su contexto lo que yo hacía no tenía sentido, aunque yo también intentaba entender sus contextos tan diversos. Como siempre pasa no pude estar mucho rato quieto, me puse mi protector solar sombrero y mangas largas, y al agua. Navegué sin contratiempos, disfrutando de las vistas, de los sonidos, de las bendiciones que hasta ahora me había acompañado, debo decir que estas bendiciones no son nuevas, pues a esa altura de mi travesía tenía la seguridad de que todo estaba saliendo de la mejor manera posible, la temperatura era agradable, nublados, zonas seguras, buen avance, ninguna lesión, los niveles del río eran buenos,  todo estaba de maravilla. Algo parecido me ocurrió cuando hice las 6 cumbres en 3 días todo, salió a pedir de boca, de otra manera seguramente todo habría sido muy duro, o acaso era que cuando uno disfruta y desea algo, nunca es difícil conseguirlo.
 El día había sido muy agradable, pude ver infinidad de aves como águilas pescadores, milanos, incluso un puercoespín que yacía muerto en la ribera del río. En una parte cerca de Tlacojalpan pude localizar un estrato expuesto de pedacería de cerámicas prehispánicas, algo impresionante que las inundaciones pasadas habían dejado al descubierto., al llegar a Tlacojalpan hice una parada para estirar la piernas y caminar un poco, amarre el kayak y busque una tienda para deleitarme con una rica cerveza, era la segunda en tres días que me tomaba, después de estar todo el día bajo el sol era necesario. Aproximadamente unos 40min después continué mi recorrido y unos kilómetros adelante frente a paraíso novillero un lanchero me regalo unos mangos que días más tarde serían motivo de un curioso incidente y también aquí había alcanzado los 100km recorridos en unas 14hrs de navegación.  Kilómetros más abajo a las 5:20pm llegue a Chacaltianguis, hice parada en un pueblito que del otro lado del río, y comí un poco en una tienda. Después de un merecido descanso me encaminé hacia un islote muy grande que le decían La Playa, ahí me baje y mucha gente disfrutaba de este lugar, unos jugaban o nadaban,  había tanta gente que prácticamente mi llegada paso desapercibida, y pude ahí nadar y disfrutar como ellos de estas aguas tan agradables, comí unas tortas pues los puestos eran muchos y no podía dejar pasar la oportunidad de comer algo diferente a mis provisiones, una hora después decidí que ese lugar no era el indicado para acampar pues mucha gente tomaba bebidas alcohólicas y esto suponía un riesgo ya entrada la noche. Decidí navegar unos kilómetros mas, ya con la noche sobre los hombros y un viento muy fuerte logré llegar cerca de donde cruza la autopista Córdoba-Acayucan, y acampé en lo que me pareció una zona despoblada ya completamente en la obscuridad.

El cuarto día (1 de abril) desayune y rápidamente al agua, en esta parte todo era tranquilo, como en la mayoría de los amaneceres, el río parece un espejo. Así iniciaba un día más en mi travesía.   Adelante pude ver finalmente el puente majestuoso de la autopista, me dedique a hacer muchas fotos pues el sol contra la estructura daba un deleite a mis pupilas, en esta parte pude fotografiar a un martín pescador grande, ya muchas veces lo había hecho pero esta fue debo presumir la mejor toma que tengo de esta especie hasta el momento. Navegué con calma hasta llegar alrededor de las 9:00am a Carlos A. Carrillo, una ciudad grande cerca de Cosamaloapan, misma que tenía un gran ingenio azucarero, pero era un lugar desagradable a la vista desde el río, las casas desordenadas dispuestas sobre la ribera, con sus drenajes al agua, el hollín del ingenio lo cubría todo, era un lugar donde los beneficios económicos de la industria azucarera no parecían corresponder a la mala urbanización del lugar, un paradigma que sin duda debe cambiar, pues el objeto de una industria y los trabajos que otorga es para vivir mejor. Sin muchas ganas de detenerme aquí seguí y me sentí aliviado, había pasado por la parte más desagradable de mi recorrido. Adelante en una playa me bajé a comer algo, me tome una cerveza y disfrute de las pláticas de un señor que me contaba sobre Marcelo, legendario pescador. Entre sus hazañas eran sacar 80kg de robalo por la mañana y por la tarde, el motivo que dio origen a la plática fue que precisamente yo había iniciado mi viaje en Temascal y precisamente de ahí era este señor de unos 60 años de edad. Después me adentré al agua y aquí ya el Papaloapan cobraba dimensiones gigantescas,  de modo que con sus aguas abiertas a los caprichos del viento, éste ultimo cobraba grandes velocidades haciendo difícil avanzar cuando uno se alineaba en contra de la dirección predominante de los vientos, después de todo finalmente llegue a Amatitlán, no sin antes saludar a unos pescadores al pie de un puente. 
Después de comer en el pueblo me decidí a descansar era pasado del medio día y el sol era insoportable, me refugié en una sombra y fue ahí que llego un muchacho a verme. Me hizo plática, me contaba que se había ido a trabajar lejos y que acababa de regresar, debo decir que no me daba muy buena espina, finalmente la plática se hizo amena y una hora después se despedía, yo había aprovechado para preguntarle sobre mi amigo Carlos Morfin Zamudio, que tenía entendido era originario de ese pueblo y hacía ya muchos años que no le veía. Unos 20min mas tarde llego un segundo muchacho, joven de unos 22 años, muy alto y fuerte. Bajó a donde me localizaba, y ese punto era bajo un andador, de modo que quien ahí se sienta nadie lo ve, pero pude corroborar que precisamente ahí bajan a fumar yerba los muchachos de la zona, por eso había tenido ya dos visitas un tanto raras, creo que les inquietaba que yo estuviera ahí, y pues bien este segundo muchacho ya se sinceró y me dijo que buscaba por ahí una bacha escondida, y que si yo no fumaba o traía un poco, a lo que le conteste que no y poco después se fue. Entonces sin esperar a una tercera persona más comprendí que el lugar no era muy seguro y continúe mi viaje. Metros adelante dos pescadores me saludaron y me enseñaron sus arpones y chuzos, eran buenos, llevaban ya casi una hielera llena, me platicaron nuevamente de Marcelo, incluso me comentaron que si no lo había visto pasar que era un viejito que pasó momentos antes por donde me encontraba, y sí, efectivamente un señor había pasado en una chalupa. Al salir de este lugar la dirección del río se alineo con el viento y producía un oleaje muy alto, tanto que me obligaba a remar con fuerza y al máximo de mi concentración, era solo un aviso de lo que me esperaba. Afortunadamente, adelante había un canal paralelo al río que me refugiaba del viento y me permitía navegar, aunque el gusto sólo me duro unos kilómetros, pues nuevamente el inmenso Papaloapan en todo su esplendor intimidante, desde aquí navegue por las orillas siempre, pues el ir a la mitad con el viento encontrar y sin tomar mucha confianza no era prudente sobre todo por ir en solitario, aproximadamente una hora más tarde encontré un buen lugar para acampar, era un islote grande que incluso tenía potreros de pastoreo y árboles, yo encontré una hermosa playa alejada de toda civilización y una zona paradisiaca para pasar la noche. Monté campamento, la superficie era de pura arena y muy grande, muy agradable. Cené, me bañé y me los mosquitos me obligaron a meterme a la casa de campaña, me habría gustado pasar la noche simplemente tirado sobre la arena pero eso no era una opción con estos chupa sangre que no daban tregua. Me encontraba ya a escasos 12 kilómetros de Tlacotalpan hermosa ciudad.

Día cinco (2 de abril) con gran sorpresa vi que alguien había revisado las cosas en mi kayak , puesto que esta vez acampe a unos 30m de él no pude escuchar nada en la noche, poco a poco fui encontrando pistas, había sido un animal el culpable, pues dejé unos mangos que ya estaban a punto de madurar y que hacía dos días traía en mi kayak lo que motivó que unos mapaches me asaltaran y revolvieran mis cosas. Pude localizar huellas cercanas, es curioso como fui presa de tan grande habilidad de estos animalitos que incluso abrieron unos broches con sus patas. Después de desayunar y guardar todo… a navegar. Este día llegaría a Tlacotalpan, y como mi avanzar había sido siempre mejor al programado, estaba con unos 20km sobre mi programa, con tiempo suficiente, al llegar a Tlacotalpan me acerque a una pequeña casa que desde niño había llamado mi atención y se localiza sobre el lado opuesto al río, frente a la ciudad. Al estar ahí supe el por que me llamaba la atención, era una casa a cuatro aguas con corredores, era pequeña y cuando uno llega y se siente bajo su techo, la vista de Tlacotalpan es simplemente impresionante, uno podría estar ahí por días contemplando la belleza de la ciudad desde la tranquilidad del lado opuesto del río. No sé cuánto tiempo estuve ahí, seguro más de una hora. Luego crucé el ancho río hasta la ciudad , amarré en el muelle mi kayak y me fui a comer una hamburguesa y una torta. Caminé y descansé a la sombra de unos árboles, confundido con la cantidad de turistas que visitan la ciudad debo decir que mi llegada fue desapercibida, sólo unos chavos del lugar que nadaban y hacían clavados desde el muelle notaron mi aventura y me preguntaron sobre ella, después de descansar y como no podía alejarme de mi embarcación decidí avanzar un poco más y buscar un lugar para acampar, pero la ribera está cubierta casi en su totalidad por arbustos y la zonas que me gustaban coincidían con la carretera lo que trataba de evitar era siempre acampar cerca de las personas por seguridad y por disfrutar de noches al natural. Seguí en busca del lugar ideal, y entonces me decidí a navegar a la mitad del río donde el viento y el oleaje eran muy grandes, quería experimentar la fuerza de la naturaleza, las olas me recordaban al mar, era como ir en un mar de agua dulce. En algunos momentos las olas eran tan grandes que prácticamente enterraba toda la punta del kayak y rompía la ola, esto era emocionante, debo decirlo,  pero tenía un efecto distractor y cuando me di cuenta había avanzado mucho, casi hasta donde el Papaloapan desemboca a la laguna de Alvarado, cerca de donde se localiza el puente que comunica con la carretera costera, entonces me di cuenta que iba del lado derecho del río, y tenia que ir al izquierdo para la última parte, así que no había mas remedio que cruzar el río que ya tenía proporciones gigantescas, y con un oleaje y vientos muy fuertes, fue todo un desafío mental sobre todo el cruzar, sabía que al ir solo si el viento me ladeaba será fácil terminar en el agua, y con todo el peso y desgaste físico seria todo menos fácil regresar al kayak, no obstante me tranquilicé y así lograba pensar mejor. 
En un punto el oleaje venía de varias direcciones y esto era muy estresante, pues tenías que cambiar de rumbo seguido para no ser golpeado de costado con una ola. Finalmente llegue a la laguna de Alvarado justo bajo el puente que va a Tlacotalpan desde la costera, en este punto ya resguardado por las duna costeras el viento cedió, y dejo lugar a un gran embalse de aguas tranquilas, ahí me encontré a un pescador, y aproveche la ocasión para tomar un descanso y tener una buena platica. El pescador era de Alvarado, y me contó historias fascinantes de manatíes que ahí habitan, juro que en ese momento mi mayor anhelo era ver a uno de esos majestuosos animales, aunque claro, sólo salen a respirar tras largos periodos y se vuelven a sumergir a las profundidades. No tuve esa dicha, seguí buscando un lugar para acampar y note que ahora el agua llevaba una velocidad impresionante, y avanzar era muy fácil, prácticamente era como si el Papaloapan quisiera expulsarme hacia al mar a toda prisa, aunque ya no había oleaje grande pues el agua corría perpendicular a los vientos predominantes, aun así era interesante sentir como sin esfuerzo uno avanzaba, cosa que solo con el gps podía asegurar pues los sentidos me engañaban haciéndome parecer que iba lento, y así buscando un buen lugar prácticamente llegue hasta Alvarado el quinto día, pero como empezaba el carnaval en este puerto no quise acampar ahí y busque un lugar en un potrero a escasos 3km de la ciudad y ya con la noche encima monte mi campamento. Había vientos, muchos mosquitos, y cocinar así fue toda una odisea. Por ultimo me bañé y me refugié en la tienda, pero pasada una media hora de pronto el tránsito de lanchas se incrementó, posteriormente unos faros desde los puntos más distantes de la laguna de Alvarado apuntaban en todas direcciones, fue cuando una lancha paso cerca y era supongo una patrulla que tenía un potente foco con el que inspeccionaban la zona para evitar algún comercio ilegal de alguna especie animal. Cuando finalmente las cosas se calmaron la música de fondo desde Alvarado me invitaba como mostrándome un recibimiento anticipado, yo había planeado en mi logística llegar en 6 días y el quinto ya me encontraba a 3 kilometros de lograr mi meta, aun así mi primo Nacho García me recogería hasta el sexto día como lo habíamos acordado, no quedaba más que dormir unas horas más que días previos y reponer fuerzas.

Sexto día (3 de abril) me levanté tarde, desayuné, lavé mi ropa, limpié el kayak y acomodé todo, sólo esperando la llamada de mi primo, encendí el radio de dos vías, y el celular, y el mensaje que llegó decía: “Primo, ya estamos en Alvarado cerca del muelle por la gasolinera.” Así que presuroso al agua a recorrer los escasos kilómetros que me faltaban y en unos 20 min me encontraba ya en Alvarado, era magnifico ver los barcos enormes, y yo pasando bajo ellos, busque hasta encontrar el lugar indicado y ahí estaba mi primo y su familia dándome una cálida bienvenida, la gente de Alvarado no entendía  por que la emoción ni mucho menos se imaginaba que yo hacía seis días que había salido desde las montañas en el estado de Oaxaca y ahora me encontraba en el puerto de Alvaraddo, en el Golfo de México,  después de poco más de 204 kilómetros recorridos en solitario, y que  conocía y había navegado desde el boquerón de Chicomapa en Zongolica, remontando el  río Tonto que después desemboca en la presa Miguel Alemán y continúa hasta Tuxtepec, Oaxaca, donde se une al Papaloapan y finalmente llega al mar, después de cientos de kilómetros.

Yo sin embargo no manifestaba tanta emoción, era como si todo fuera causalidad  de lo vivido, una consecuencia, era una seguridad el estar ahí. Ro, como le decimos de cariño a la esposa de mi primo, me preguntó “¿pero que sientes?” muy emocionada lo decía, yo solo alzaba la vista al horizonte y no podía explicarlo, cómo puedes describir con palabras una vivencia así, aún no lo sé, creo que fue una experiencia muy bonita muy íntima con la tierra, con el agua pero sobre todo conmigo.




La cereza del pastel llego hace poco, en mayo pasado cuando mi amigo Memo y yo recorrimos de Caxapa a Temascal y con esto yo pude hacer los 12km que me faltaban de isla Malzaga a Temascal, ahora sí puedo decir que he recorrido desde el nacimiento  del rio tonto en Chicomapa, Zongolica, hasta encontrar la presa, y después encontrar el Papaloapan para luego llegar al mar.






Debo decir finalmente que en mi travesía de Temascal al mar, en todo momento muchos amigos estuvieron pendientes por las redes sociales, pues trataba de mantenerlos al tanto con mis publicaciones, a ellos mi agradecimiento, pues cuando uno se encuentre lejos de la seguridad del hogar palabras de aliento son mas que bendiciones. 




Tengo la seguridad de que todo salió también porque toda esta gente bonita que ocupa un lugar en mi corazón iba conmigo en esta aventura.




Aquí un breve vídeo de lo vivido
http://www.youtube.com/watch?v=wiM55vL4EFs

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